Por Antonio Aguilera – Socio Director Iniciacom
Foto: Rorcuales
La oportunidad y el valor añadido están a veces tan cerca de nuestros ojos que nos cuesta verlos. Es más, incluso necesitamos una pequeña distancia para coger perspectiva. Como cuando vamos a ver delfines y ballenas, que si no estamos a una prudente distancia no las podemos apreciar adecuadamente.
De eso quería hablar hoy, del avistamiento de ballenas y de la oportunidad de negocio sostenible que representan. Las conozco, y puedo confirmar que están ahí, aquí cerquita, desde siempre y muy pocos han sabido verlo, y apenas un puñado de empresas han conseguido convertirla en una actividad económica muy interesante y atractiva, a la vez que respetuosa con el medio ambiente.
Antes de ir a las experiencias andaluzas concretas, situémonos en la actividad. El avistamiento de mamíferos marinos, definido por Greenpeace como “la observación de cetáceos en su hábitat natural desde una plataforma de observación en tierra, mar o aire” es una actividad que, además de científica, es turística desde hace unas décadas.
Hoy son más de 65 países los que cuentan con una floreciente actividad económica en torno al avistamiento de cetáceos. Según las últimas estimaciones son más de 15 millones de personas las que acuden anualmente a ver cetáceos, situándose el volumen de negocio en torno a los dos billones de euros. En España esta actividad se encuentra consolidada en las Islas Canarias, donde existen más de 30 empresas que reciben cada año a casi un millón de observadores.
Precisamente en el archipiélago canario se está llevando a cabo, en la actualidad, un importante esfuerzo para que el crecimiento y consolidación del sector permita la viabilidad y rentabilidad de las empresas, a la vez que se logre un crecimiento acorde con principios de sostenibilidad y buenas prácticas, como pueden ser la compaginación de la actividad turística con la investigación científica y la educación ambiental.
En una sociedad donde el conocimiento del entorno y el interés por conocerlo han crecido vertiginosamente, la posibilidad de ofrecer productos, destinos turísticos que permitan disfrutar de la naturaleza salvaje -a la vez que respetarla- es sin duda un área de actividad de clara y segura apuesta para el futuro. Algunas empresas andaluzas están utilizando y canalizando estos recursos y están consiguiendo dotar a la zona en la que se ubican de un nuevo atractivo natural y turístico.
En Andalucía, el avistamiento de cetáceos es un sector joven, aunque pujante. Apenas hace quince años que se explota en el área del Estrecho de Gibraltar, donde existen varias empresas que ofrecen estos servicios. También en la Costa del Sol va consolidándose una oferta en este campo. Sin embargo, el sector aún está lejos de alcanzar su madurez; es un área de negocio repleta de oportunidades.
Como ocurre con muchos otros proyectos, resulta un reto complejo arrancar la actividad de whale watching de manera adecuada. Es necesaria inversión financiera, personal cualificado, tanto en marinería, en biología marina y en atención al público, además de un profundo conocimiento de la zona donde se desarrollará la actividad, normativa, permisos. Un largo etcétera que dibuja toda una serie de barreras de entrada, complicando su inicio. A la vez, estas barreras se convierten en un maravilloso filtro que aleja a aquellos que no tienen una convicción firme.
Foto: Calderones
Es un gran reto arrancar un proyecto, pero acaban recogiéndose frutos si la estrategia empresarial es la adecuada.
En el Estrecho de Gibraltar, por ejemplo, la incorporación de turismo activo, de turismo de naturaleza en muchas ocasiones en los mismos enclaves que ya son destinos turísticos por excelencia, aporta un valor adicional, un elemento diferencial. El recurso está ahí, en las aguas del Estrecho de Gibraltar pueden verse especies -por otro lado emblemáticas a nivel mundial- como varias especies de delfines, las atractivas orcas, los cachalotes, famosos gracias a la novela Moby Dick o los rorcuales, el segundo animal más grande del mundo.
Es una actividad, como ya está demostrado en otros lugares del mundo, que atrae a propios y extraños. No en vano la atracción por el mar abre un abanico de posibilidades en Andalucía aún por descubrir. Las visitas a las “levantás” de la almadraba es punta de lanza de lo que en un futuro será el turismo pesquero.
El whale watching en Andalucía es un sector joven, aunque ya en el año 2.012 contó en la zona del Estrecho de Gibraltar con más de 70.000 pasajeros. También es un sector novedoso al que le resulta necesario un acompañamiento desde las administraciones públicas para su desarrollo, de un plan director que alinee las iniciativas, que minoren los riesgos y que eviten prácticas abusivas que pongan en riesgo la actividad de los visitantes y peor aún, molesten al recurso más valioso que son las ballenas y delfines en libertad. Queda mucho por hacer, desde luego, pero el camino está iniciado.
Queda mucho por hacer, es cierto, pero las empresas que conozco ya lo están haciendo y además muy bien, consolidando en estos momentos un modelo de negocio del que tendrían que aprender otras entidades y sectores: atractivo e innovación turística, rentabilidad económica y respeto a los recursos naturales, una combinación de factores enormemente satisfactoria y que os invito a probar.