Foto: Andalucía
Por Juan Vázquez – Business Analyst en Jeddins
Frente al resurgir de los destinos del mediterráneo, la competencia en precio no es la opción más recomendable, ya que no sólo no garantiza el éxito, sino que además puede empeorar la situación.
Tras la última edición de la World Travel Market, son muchos los empresarios del sector que han encendido sus alarmas frente al resurgir de destinos como Túnez, Egipto y Turquía. El sentir general entre el pequeño empresario turístico, es que no se ha aprovechado la coyuntura de estos años para fidelizar a un cliente ‘prestado’, y que una vez se consolide este resurgimiento, volveremos al punto de partida.
Frente a este temor, la reacción mayoritaria es plantear un modelo de competencia basado en el precio. Según el sentir general, el turista del destino viene en su mayoría por el bajo coste de su experiencia frente a otros destinos.
Competir en precio, aunque sea una reacción lógica, y no carente de fundamento en algunos casos, no deja de ser la última opción que debería considerarse, y sólo una vez que todas las anteriores hayan fracasado, ya que una guerra de precios, no sólo no garantiza el éxito (siempre habrá alguien que ofrecerá algo similar a lo que ofreces tú, y por un precio menor), sino que además redunda en una bajada en calidad, salarios, etc. que nos posiciona en un segmento del que es muy difícil salir, por no hablar de la falta de rentabilidad que lleva al cierre de muchos establecimientos.
Frente a este escenario existen otras alternativas, que no son fáciles de implantar en muchos casos, pero que permiten minimizar el impacto de una forma menos dolosa.
Partimos de que el valor es el que fija el precio, y el valor no es más que la recompensa que obtiene el cliente frente al esfuerzo que le ha ocasionado el adquirir el producto/servicio. Por tanto las cosas son caras si la percepción que obtiene el cliente tras su adquisición, es la de que el esfuerzo (económico o personal) que ha realizado no ha merecido la pena; por el contrario tendrá un precio ‘equilibrado’, si recompensa y esfuerzo están compensados.
Teniendo en cuenta el amplio conocimiento que tenemos del turista, gracias al camino recorrido, debemos potenciar aquellos valores de los que disponemos, y que son de gran interés para nuestros visitantes como son:
1.- Seguridad: Somos un destino seguro en un sentido amplio y eso es un aspecto muy valorado por el visitante. Al hablar de seguridad, no sólo nos referimos a la relacionada con la integridad física del turista, sino también a los aspectos legales y sanitarios. España es un país con uno de los mejores sistemas públicos de atención sanitaria del mundo, donde tanto residentes como extranjeros son atendidos por profesionales altamente cualificados, y gracias a los nuevos planes de estudios, así como a la demandas del mercado, en la mayoría de los casos esta atención se realiza en un idioma común entre el paciente y el profesional; además disponemos de un sistema legal y judicial que garantiza los derechos del consumidor frente a cualquier abuso por parte del proveedor.
2.- Comunicaciones: España es un país bien comunicado tanto internamente como con el exterior, lo que permite disfrutar de una gran variedad de opciones para llegar al destino. Promocionar el destino añadiendo esta variable ayudará al turista, ya que éste dispone de un tiempo limitado para disfrutar de sus vacaciones, por lo que pasar gran parte de su tiempo en el trayecto, salvo que contemple un viaje con escalas, no es algo que le resulte atrayente.
3.- Sostenibilidad: La sostenibilidad es un valor al alza entre los turistas. Actualmente España está tomando conciencia de la importancia de realizar un consumo responsable de los recursos naturales. Esta concienciación, reforzada por las políticas europeas de ayuda, canalizadas en su mayoría a través de los fondos FEDER, permiten que dispongamos de destinos cada vez más sostenibles. Aprovechar los fondos EDUSI entre otros, además de políticas de sostenibilidad social y ambiental (productos km.0, políticas de reciclaje de residuos, políticas de tratamientos de aguas, conciliación de la vida laboral y personal de los empleados, etc.) para realizar acciones que aumenten la sostenibilidad del destino, y publicitar estas medidas en sostenibilidad a la hora de promocionarlos, aportarán aspectos diferenciales muy valorados por los turistas a la hora de elegir el destino donde disfrutar de sus vacaciones.
4.- Calidad: La calidad del destino no sólo depende de la calidad del hospedaje, o de los lugares de ocio. La calidad en el destino depende de toda la cadena de valor, desde la calidad durante la contratación del viaje, pasando por la calidad en el transporte, servicios públicos, comunicaciones, etc. Gracias a las políticas de desarrollo aplicadas, España es un destino de calidad, que ha de ser reforzado mediante la formación de todos los profesionales que forman parte de la cadena de valor.
Así reforzando los esfuerzos en la mejora de las infraestructuras (beneficiadas en parte por las políticas comunitarias); limpieza y adecuación de las vías públicas; concienciación de todos los actores que intervienen en el sector para que ofrezcan un servicio de calidad mediante formación, fomento de las sinergias, mejora de la atención post-estancia, etc., podremos aumentar la calidad del servicio ofrecido sin necesidad de disminuir el precio.
¿Estás de acuerdo con estos valores? ¿Cuáles potenciarías tú? Nos encantará leer tus opiniones en los comentarios.