Por Juan Vázquez – Business Analyst en Jeddins
Innovar es un proceso que requiere un conocimiento profundo del mercado, así como del propio negocio. No existe una receta mágica para innovar, lo que sí existen son ingredientes no recomendados.
La primera pregunta a la que debe darse respuesta antes de comenzar el proceso de innovación es ¿para qué innovar? Según el Informe “Destinos Turísticos Inteligentes: Construyendo el futuro” realizado por SEGITTUR, es posible definir innovación como la búsqueda de la eficiencia, la rentabilidad y la competitividad.
Una vez establecido el fin que se desea alcanzar, la siguiente pregunta es ¿qué debemos hacer para conseguirlo? Esta pregunta no tiene una única respuesta, ni siquiera un conjunto cerrado de posibles respuestas, ya que dependiendo del tipo de actividad, recursos, metodología organizativa, y un largo etcétera, las acciones que se deberán llevar a cabo serán diferentes.
Para empezar, según el documento ‘Design Thinking Pensamiento del diseño’ elaborado por el Ministerio de Ciencia Tecnología y Telecomunicaciones del gobierno de Costa Rica, la innovación puede dividirse en cinco pasos o claves:
El primer paso, previo a la elección del eje o ejes sobre los que desarrollar las acciones, será identificar el problema. Esta identificación responderá a la pregunta ¿por qué quiero/necesito innovar? Toda innovación conlleva un cambio, y ese cambio debe estar plenamente justificado por las necesidades del negocio. Entender claramente el motivo por el cual es necesario cambiar, fijará el objetivo a alcanzar y reducirá las ambigüedades a la hora de elegir las acciones que se deberán llevar a cabo.
Una vez detectado, definido y comprendido el problema, el segundo paso consiste en realizar un estudio exhaustivo sobre nuestros procesos, metodologías, recursos, fortalezas, debilidades, etc., en definitiva, se trata de conocer todos los aspectos de nuestro negocio de forma clara. Este paso no sólo permitirá detectar sobre qué eje o ejes deberemos actuar para obtener el objetivo marcado, sino que permitirá evaluar el impacto que estos cambios tendrán sobre el negocio, y lo que es más importante, sobre los beneficios. Un error muy común es lanzarse a introducir cambios en en el negocio sin tener en cuenta la capacidad y recursos del mismo. Este error es similar a iniciar una reforma sin saber si se dispondrá del capital necesario para concluirla. Imaginemos que cambiamos la forma de realizar los pedidos, introduciendo cambios que permitirán ahorrar costes,y por tanto aumentar los beneficios. Si este nuevo proceso requiere de un período de formación y asimilación de la nueva metodología de dos semanas, e iniciamos los cambios en plena temporada alta, posiblemente los resultados obtenidos lejos de ser los esperados, sean devastadores para el normal funcionamiento del negocio en la temporada de máximos ingresos.
El tercer paso consiste en evaluar las posibles alternativas disponibles para poder llevar a cabo los cambios necesarios. Normalmente un problema no tiene una única solución, pero se ha de seleccionar aquella que mejor se adapte a nuestro modelo de negocio. En esta etapa, una vez seleccionada aquella o aquellas soluciones que mejor se adapten a nuestra forma de trabajar, nuestro mercado, nuestras capacidades, etc., es conveniente contrastar si existe algún otro destino, negocio, etc., que ya las haya puesto en marcha. Esto nos permitirá contrastar los resultados esperados con un ejemplo real; pero hay que tener en cuenta que cada empresa / destino, etc. presenta ciertas diferencias respecto a los demás, de modo que el éxito o fracaso de la solución hay que evaluarlo dentro del contexto en el que se desarrolla. También es importante estimar los beneficios de los cambios necesarios respecto del coste de no realizar los cambios. Existen ocasiones en las que este coste, por muy bajo que sea, no compensa respecto de los beneficios que se van a obtener.
El cuarto paso está relacionado precisamente con los beneficios esperados, y consiste en la definición de indicadores. Los indicadores no son más que un conjunto de parámetros medibles, que nos permitirán conocer si la evolución del negocio una vez implantada las medidas de mejora están arrojando los resultados esperados, o al menos si vamos encaminados hacia ellos, o si por el contrario se alejan del objetivo marcado. Cuanto antes detectemos que la solución no se corresponde con lo esperado, antes podremos aplicar las medidas correctivas, y por tanto menores serán las posibles pérdidas.
El quinto paso consiste en implantar las soluciones, en la medida de lo posible, de forma controlada, sobre todo si el proceso de innovación requiere de grandes modificaciones en la organización de la cadena de producción, incorporación de nuevas tecnologías, etc. Cambios importantes requieren tiempos de implantación amplios, que llevan asociados procesos de formación y adaptación. Cuanto mayor sea el control en la implantación, mayor será la garantía de que concluya con éxito.
En conclusión, innovar, a tenor de las imposiciones del mercado, ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad; pero es un proceso en el que no tiene cabida la improvisación.