Todo comenzó con un tweet…
Recibimos una chispa de inspiración y decidimos retuitearlo, pues nos pareció una idea brillante: ¡hielos de café para el café con hielo! Este simple concepto encierra un mundo de posibilidades que va más allá de lo que puede parecer a primera vista.
La innovación, como todos los grandes descubrimientos, a menudo se presenta en frascos pequeños y accesibles. Sin embargo, cada vez que escuchamos la palabra «innovación», muchos de nosotros tendemos a pensar en algo complejo y costoso, en un proceso técnico que parece estar fuera de nuestro alcance.
Innovación, como las cosas buenas, en frascos pequeños.
Siempre que escuchamos la palabra innovación pensamos lo mismo; un “algo” técnico, costoso y sumamente difícil de aprender. Algo que se nos escapa de nuestro control y entendimiento. “Eso es para los demás, no para mí”. “Uf, seguro que es muy caro”. Nada más lejos de la realidad, la innovación, es cierto, puede suponer un esfuerzo de tiempo y dinero, pero también tiene mucho que ver con probar ideas, ya que, para innovar, sólo es necesario aplicar la imaginación y la creatividad al servicio de las ideas. La idea más sencilla puede ser la más genial, o si no, sólo hay que mirar uno de los grandes inventos de la historia; la rueda.
Pues bien aquel tweet de @santidiazpache nos hizo pensar en la cadena necesidad-solución-prototipo.
¿Cuántas veces por ponerle demasiado hielo al café se nos ha aguado? ¿O estábamos demasiado entregados a una conversación de esas que arreglan el mundo y se nos ha derretido el hielo del café? Como habríamos agradecido entonces una solución tan sencilla y a la vez tan efectiva como un cubito de hielo hecho de café…
Pero además de una gran solución a un problema bastante común, también es una forma de sorprender al cliente y arrancarle una sonrisa, por la originalidad, por el detalle. Y quien sabe, quizás también un tweet…
A través de esta idea, no solo encontramos una respuesta práctica a un dilema bastante común, sino que también descubrimos una maravillosa manera de sorprender a los clientes. La innovación no debe ser vista únicamente como un proceso técnico, sino como una forma de acción que invita a la reflexión y creatividad. En este contexto, los hielos de café se convierten en la solución perfecta, que no solo garantiza un sabor óptimo, sino que también puede despertar la curiosidad y generar una experiencia memorable.
En última instancia, la innovación se convierte en un viaje, no en un destino. Cada pequeña idea, cada experimento, cada prototipo, nos acerca un poco más a la esencia de lo que significa crear y aportar valor en el mundo que nos rodea. En el fondo, la transformación de algo tan simple como un café nos muestra que la magia de la innovación está dentro de todos nosotros. Todo lo que necesitamos es la disposición para explorar, experimentar y, sobre todo, dibujar una sonrisa en el rostro de quienes nos rodean.
Innovación en turismo significa sumar y diferenciarse ¿Te unes?