José Carlos Pozo – Consultor en Comunicación Turística
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Hoy en día cualquier persona que posea una casa, un apartamento o incluso una habitación puede alquilarla como alojamiento turístico en un mercado globalizado gracias a la proliferación de plataformas online de alquiler (como Airbnb, Wimdu, Flipkey, 9flats, etc.) o comunidades de intercambio de espacios particulares (como Couchsurfing, Belodged, BeWelcome, WorkAway, etc).
Conocida con diferentes denominaciones, la economía colaborativa, social o compartida está influyendo notablemente en la industria turística.
Por una parte, es un motor clave en la innovación económica y social actual, ya que ha propiciado la creación de nuevos productos, experiencias y oportunidades a nivel turístico. Por otra parte, está alterando sobremanera las reglas que regían para la mayoría de negocios turísticos tradicionales, a la vez que está afectando a la naturaleza residencial de determinados barrios en ciudades muy turísticas.
La consultora PwC estima que en Europa la economía colaborativa en el sector del alojamiento turístico generó en 2015 transacciones por valor de 15.000 millones de euros.
Por encargo de la Comisión Europea, la Universidad de Aalborg (Dinamarca) ha publicado un estudio sobre el impacto de la economía colaborativa en el sector del alojamiento turístico en Barcelona, Berlín, Ámsterdam y París, ciudades elegidas por ser destinos altamente demandados por los turistas que buscan este tipo de alojamientos. Esta investigación ha permitido comparar y contrastar las diferentes medidas regulatorias que se han implementado en cada una de estas cuatro ciudades, evaluar los impactos que las diferentes regulaciones han ejercido en los actores turísticos implicados en estos destinos y hacer recomendaciones con respecto a las buenas prácticas.
Impactos en los destinos
Entre la variedad de impactos y efectos de la economía colaborativa en el sector del alojamiento turístico, el análisis de esta universidad danesa subraya:
- El stock de viviendas sociales y de alquiler a largo plazo está bajo presión en las cuatro ciudades, puesto que los inversores inmobiliarios han comprobado que pueden ganar más dinero con el alquiler de alojamientos para turistas que destinando sus propiedades a residentes permanentes.
- Las cuatro ciudades estudiadas han experimentado un crecimiento turístico sin precedentes desde 2009, en gran medida debido a que son ciudades objetivo de las aerolíneas de bajo coste, lo que ha contribuido, a su vez, al aumento en la demanda de alojamientos de bajo precio. Como consecuencia, Barcelona, Berlín, Ámsterdam y París han batido récords en el número de visitantes y en los beneficios generados por el turismo.
- La expansión del parque de alojamientos en las cuatro ciudades se debe no sólo a la economía colaborativa, sino también a las importantes inversiones realizadas en nuevos hoteles y en otros establecimientos turísticos.
- Las mayores concentraciones de alojamientos colaborativos se dan en los barrios más céntricos y monumentales de las ciudades, mientras que son más dispersos cuanto más se alejan de los centros urbanos.
Medidas regulatorias adoptadas
El estudio ha revelado que Ámsterdam, París y Barcelona han adoptado medidas regulatorias para hacer frente a determinados aspectos, temas e impactos de la economía colaborativa en el sector del alojamiento turístico. Por el contrario, Berlín tan sólo ha implementado un cambio en la ley aplicable para proteger las viviendas residenciales de su conversión en alojamientos de alquiler a corto plazo.
El caso de Barcelona
Centrándonos más específicamente en la única ciudad española analizada en esta investigación, la Ciudad Condal ha visto incrementado el número de visitantes en un 23% desde 2009, lo que supone unos 58 millones de pernoctaciones en hoteles y apartamentos vacacionales al año. Determinados factores, como la fama que le reportaron las Olimpiadas de 1992, la implantación de numerosas compañías áreas de bajo coste o la llegada masiva de cruceros, han situado a Barcelona entre los 10 destinos más visitados de Europa.
Comparado con otras ciudades españolas, el precio de las viviendas está un 16% más caro y desde 2014 el stock disponible de viviendas de uso turístico ha crecido un 36%. Por ejemplo, el número de anuncios de alojamientos ofrecidos en Barcelona por la plataforma Airbnb se cuadriplicó en 2015, alcanzando los 17.000 alojamientos.
Barcelona es un claro ejemplo de los riesgos del turismo de masas. Un simple paseo por lugares tan turísticos como Las Ramblas, el Parque Güelll o La Boquería son evidencias notorias de la masificación turística que sufre la capital catalana en los últimos años. A su vez, en zonas céntricas como El Barrio Gótico o La Barceloneta el aumento desmedido de los pisos turísticos ha ocasionado el descenso de la población local y una turismofobia que ha derivado en manifestaciones y conflictos vecinales. Como consecuencia, el ayuntamiento de Barcelona ha adoptado sus propias normas municipales para cubrir varios aspectos del turismo de alojamientos, como por ejemplo, limitar la duración de la estancia para los alquileres de casas, apartamentos o habitaciones, establecer una moratoria en la emisión de licencias de viviendas de uso turístico o imponer multas a los alojamientos ilegales.
Como conclusión, esta investigación recomienda a los legisladores europeos que definan y clarifiquen los tipos y usos de alojamientos turísticos y, sobre todo, enfatiza en la necesidad de establecer una posición estratégica clara que tenga una orientación futura respecto a la economía colaborativa en el sector del alojamiento turístico.
¿Y tú? ¿Qué piensas sobre la economía colaborativa en el turismo y, más concretamente, en los alojamientos turísticos?