Ideas que enamoran a los viajeros

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Por Leonor Cabrera ( @leonor_cabrera ) – Viventi Desarrollo Personal y Profesional

¿Tienes un hotel? ¿Un restaurante? ¿O simplemente trabajas cara al público? Es posible que más de una vez te hayas preguntado cómo enamorar a tus clientes para que, una vez vuelvan a sus casas, se queden prendados de ti y no duden en volver a visitarte, recomendarte y ponerte una puntuación alta en TripAdvisor o en Booking para ganar reputación online.

Hay ideas que sin lugar a dudas enamoran a los viajeros más que otras. ¿Cómo hallar esas ideas y ponerlas en marcha? Un buen punto de partida es preguntarte qué te enamora a ti cuando sales de viaje. Qué es aquello que se queda impregnado en tu retina, te hace vibrar de nuevo tu cuerpo y te llena el corazón al recordarlo.

Para escribir este post me he hecho esa pregunta. Cuando he viajado o cuando voy a algún restaurante, ¿qué es lo que se ha quedado grabado en mi mente a fuego y qué es lo que hace que recomiende tal o cual sitio?

1.- La emoción. Recuerdo que en mi primer viaje a París, cuando tenía 19 años e iba de Interrail, lo que más emoción me causaba era cenar en un restaurante parisino con quien entonces era mi pareja. Quería vivirlo, al igual que tantas veces había visto que lo vivían los protagonistas de las películas. Y a pesar de no tener un franco, busqué las vueltas para hacer realidad ese sueño que aún perdura hoy en mi memoria porque París ya había creado un vínculo emocional conmigo a través de las escenas románticas de los filmes.

2.- Los detalles que me tienen en cuenta como cliente. ¿Cuál es uno de los principales problemas de los turistas que van a destinos de playa en avión? Pues que llevarse una sombrilla y un protector solar es casi misión imposible. Por no hablar de la toalla si se viaja tan sólo con equipaje de mano. ¿No es un detallazo dejarle unas toallas de playa y una sombrilla en la habitación del hotel? A mí me encantaría encontrármelo y nunca ha sucedido. También me encanta la botella de cava en la habitación o las frutas, por supuesto. O que me abran la cama antes de irme a dormir, como en el último hotel que estuve en Nueva York.

3.- Sentirme especial. Hay un restaurante al que me gusta mucho ir y que está en Benalmádena. Es el Rincón Asturiano y, además de porque se come muy bien, me gusta porque me siento especial. Tanto el dueño como los camareros se suelen acordar del vino que me gusta y, cuando me proponen probar algún plato nuevo o algún vino desconocido me cuentan por qué ven ellos que ese vino o ese plato me podría gustar a mí.

4.- La exclusividad. Este verano, en mi luna de miel, nos fuimos al Valle del Loira. En uno de sus pueblos, Chinon, buscamos un restaurante para tener esa cena romántica que tiene que haber en cualquier luna de miel. Miramos en TripAdvisor y nos apareció Les parts des anges como el más valorado. Cenamos muy bien, pero ¿qué es lo que más recuerdo? El restaurante lo lleva un matrimonio joven. Sólo ellos dos. Ella está en la cocina, sin parar de cocinar, él en las mesas dándote un trato excepcional y personalizado y sólo abren por las noches en un único turno de comidas. Si reservas y tienes la suerte de que te den una de la decena de mesas que hay, bien, si no a esperar a otro día. Algo tan exclusivo es deseado, al igual que sucede con Skina, en Marbella, posiblemente el restaurantes con estrella Michelín con menos mesas en el mundo.

5.- El cariño. El verano pasado tocó La Toscana. Nos alojamos en Casale le Lame,  un villa en San Casciano in Val di Pesa en la que vive una joven pareja, Tommaso y Chiara, y con algunos apartamentos para alquilar. Tenía un viñedo y nada más llegar nos regalaron una botella de vino. Y al marcharnos fue aún mejor: un tiramisú casero. Durante toda la estancia nos trataron con cariño, respetando nuestro espacio pero estando disponibles para lo que necesitáramos e incluso dejándonos su gps para el coche. No lo dudo ni un segundo: si vuelvo a la Toscana, iré allí.

6.- Las experiencias. ¿Por qué nos gustan tanto los parques de atracciones? Porque vivimos experiencias diferentes, nuevas. A mí, cuando viajo a un lugar, me encanta vivir lo mismo que viven las personas de ese sitio. ¿Qué mejor que participar en una vendimia en la Alpujarra, por ejemplo? Y si es con niños aún mejor. ¿O pasear en bicicleta por Munich? ¿O tal vez un día de balnearios en Baden Baden? Son recuerdos que tengo nítidos y que me transportan a esos lugares. Son experiencias que quiero volver a vivir.

¿Cómo lo haces tú para enamorar a tus clientes? ¿Qué es lo que te funciona? Te invito a que lo compartas en los comentarios.

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