“High Frecuency Trading” y “Fast Computing”. Sus riesgos

O como un error en un programa financiero casi lleva a la bancarrota a una compañía de inversión  del NYSE.

Resulta innegable la dependencia hacia los ordenadores en el día a día de los negocios. Todos los negocios. Sin embargo, la alta sofisticación y fiabilidad de los procesos encargados a ellos a veces nos hacen olvidar la necesidad de contar con un “botón de pánico”, asignado a un humano, para que en caso de malfuncionamiento podamos intervenir.

high-frecuency-tradingBrendan McDermid/Reuters

Cada día se encomiendan más tareas críticas a los ordenadores y se prescinde más de la intervención humana, amparándonos en la rapidez de la toma de decisiones por parte de los programas informáticos y su infalibilidad. Hasta que esta creencia se demuestra errónea.

 En esta línea nos hemos querido detener a analizar un caso del que podemos sacar ciertas enseñanzas, como es el caso de Knight Capital: El pasado día 1 de agosto, Knight Capital Group ejecutó una serie de transacciones automáticas, programadas para realizarse en un periodo de varios días, y que terminaron realizándose unas detrás de otras de forma ininterrumpida. Millones de acciones cambiaron de mano de forma indiscriminada y sin control, con miles de transacciones por segundo. El resultado después de 45 minutos -tiempo que se tardó en detectar y suspender las transacciones- fue de unas pérdidas superiores a los 440 millones de dólares. Casi cuatro veces los beneficios de dicha compañía en el año 2011.

 La bancarrota de Knight Capital sólo pudo ser evitada con la inyección de capital de otras firmas competidoras, en un intento de que el pánico y la desconfianza no se propagasen por todo el sistema bursátil.

 Al parecer, se debió a un fallo en unos nuevos algoritmos que habían sido introducidos en el programa, que dicha firma utilizaba, y que causó la ejecución de las órdenes de compra/venta de forma continuada, no siguiendo la línea de tiempo que se suponía debía ejecutar en un período de días. En términos informáticos podría resumirse como un “bug”.

 Lawrence Pingree, analista de Gartner Inc. dice: “Los ordenadores hacen lo que se les dice que hagan. Si se les indica que hagan algo incorrecto, lo hacen. Y lo hacen realmente bien”.

 ¿Qué enseñanzas podemos sacar de este desafortunado caso?

 No confiemos todos los procesos empresariales a programas automatizados y sin control humano. ¿Podemos delegar el control de nuestras reservas a un programa que registre las peticiones y asigne las habitaciones o mesas de un restaurante automáticamente? ¿Podríamos sentir la tentación de prescindir del Responsable de Reservas?

Imaginemos por un momento el caos organizativo que ocurriría si un programa similar  comenzase a confirmar reservas a gran velocidad, asignar habitaciones o mesas, sin comprobar correctamente las fechas/horas de salida, para acompasarlas a las de entrada. Los antiguos problemas de overbooking, que tanto daño han hecho a la reputación de algunos establecimientos, serían algo anecdótico comparado con una situación así.

No obstante, no debemos olvidar que la tecnología está diseñada para mejorar los procesos, dotándolos de rapidez y eficiencia, por lo que contar con ella nos permite ser más competitivos. Eso sí, es imprescindible introducir el factor humano en la ecuación y tener en cuenta que, a veces, la rapidez no es sinónimo de fiabilidad, incluso suelen ser claros antagonistas.

La innovación en turismo significa sumar y diferenciarse. ¿Te unes?

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