Por Leonor Cabrera ( @leonor_cabrera ) – Viventi Desarrollo Personal y Profesional
Si en algo se parecen una empresa y una persona es que ambas tienen vida propia. Ambas nacen, crecen y es posible que llegue un momento en el que ambas necesitan un cambio. Eso que está ahora tan de moda y que llamamos reinvención empresarial.
Nosotras estamos ahora mismo en ese proceso en mi empresa, Viventi. Llevamos tres años de rodaje y, de repente, nos hemos dado cuenta de que hay algo que no cuadra. Tanto mi socia, Pilar Pineda, como yo somos personas de acción, a las que nos cuesta trabajo ponernos a planificar, así que lo primero que hicimos cuando nos replanteamos este realineamiento fue buscar una persona externa que nos pusiera las pilas y que nos devolviera lo que nosotras no somos capaces de ver.
Alguien con más cabeza que tripas, con la que poder planificar el futuro y diseñar un horizonte más claro, con más sol y menos nubarrones. Ahora, a toro medio pasado y cuando ya tenemos casi cerrado ese realineamiento, me pongo a pensar y me pregunto: ¿Qué fue lo que nos llevó a replantearnos el horizonte de nuestra empresa?
Indicadores que pueden llevarte a replantear el futuro de tu empresa
- Las expectativas económicas no se cumplen. Primera señal de alarma. Si tienes un plan económico que no se alcanza, hay algo que no funciona. ¿En realidad es viable lo que te estás empeñando en hacer? ¿Necesita algún cambio en el enfoque que aplicas? Está claro que a los proyectos hay que darles un tiempo para que rueden, pero cuando las dificultades para generar los ingresos que quieres generar se perpetúan, ahí sucede algo.
- La Ley de Pareto sí que se cumple. ¿La conoces? Yo la conocí al leerme el libro ‘La semana laboral de cuatro horas’. La Ley de Pareto, también conocida como regla del 80/20, te dice que en cualquier estrategia que lleves a cabo, el 20% de los esfuerzos o gastos genera el 80% de los resultados o beneficios, lo que quiere decir que el 80% restante de tus esfuerzos y gastos sólo generan el 20% de los resultados y beneficios. Pararme y comprobar que ese 80% de nuestros esfuerzos caían prácticamente en saco roto fue revelador, ¿para qué negarlo? Y la determinación de que nos tocaba eliminar ese 80% (sí, algo así como podar el árbol) fue un motor importante para empezar este cambio de horizonte.
- Trabajas demasiado y el esfuerzo es titánico. Sí, ya sé que ahora mismo es un valor trabajar 14 horas al día y que estamos en una cultura del esfuerzo en la que además para un autónomo es imposible ponerse enfermo. Así es como nos creemos que debe ser la vida pero yo tengo claro que así no quiero que sea mi vida. Al emprender, me planteé una vida más sostenible que la que había tenido durante los 16 años trabajando por cuenta ajena, con horarios flexibles, días libres cuando los necesitara y con trabajo los festivos cuando me apeteciera. Al volver la vista atrás me di cuenta que durante los últimos dos años y medio sólo se había cumplido a medias ese objetivo porque llevaba ya varios meses trabajando siete días a la semana, echando muchas horas y ya me había dado cuenta de que el 80% de esas horas caía en saco roto. ¿Ésta es la vida que quiero llevar?, me pregunté. La respuesta fue clara.
- No estás haciendo eso en lo que eres insuperable y que, además, te genera felicidad. Gracias, Lorenzo Barnó, del blog de Stepienybarno, por ponerme por delante esta reflexión porque fue la que me hizo click a la hora de darme cuenta de que ese cambio que nos habíamos estado plantenado era urgente y necesario. No, yo no estaba haciendo eso en lo que soy muy buena (modestia aparte) y que me hace feliz. Durante tres años habíamos intentado montar un centro de desarrollo personal pero lo cierto es que tanto mi socia como yo en lo que somos muy buenas es en crear contenidos, en escribir, en contarle a la gente cómo comunicar bien lo que hacen, quienes son, en contar historias y en enseñar a la gente a contarlas. De hecho, nos buscan para hacer trabajos de este tipo sin buscarlo nosotras mientras que montar un taller de desarrollo personal nos cuesta un mundo. Está claro que ahí hay algo que no funciona.
- Las preocupaciones son mayores que las alegrías. Fue hace un par de meses cuando me di cuenta de que estaba todo el día enfadada y el motivo del enfado era la marcha de la empresa, las preocupaciones. Y si algo tengo claro, es que no quiero convertirme en una persona preocupada, así que también vi claro que me tocaba tomármelo con más calma y darle a la empresa ese giro para que dé más alegrías.
Ésta es mi experiencia con Viventi y estos son los indicadores que han hecho que le demos un giro para reinventar la empresa en la era digital, pero estoy convencida de que cada empresa es un mundo.
¿Qué te ha hecho a ti cambiar el horizonte de tu empresa? Anímate y cuéntanoslo en los comentarios.