Cuando cualquiera de nosotros, a través del navegador de internet, tecleamos nuestro nombre de usuario y contraseña en GMail, no sólo estamos posibilitando leer y enviar nuestro correo electrónico, sino que estamos accediendo a todo un ecosistema, o como prefieren denominarlo ahora, servicios en la nube o cloud computing.
¿Tenemos una serie de documentos que estamos elaborando en nuestro trabajo, pero que nos gustaría seguir revisándolos en casa?¿Cómo lo hacemos?¿Nos lo auto enviamos como adjuntos por e-mail?¿Trabajamos con varias copias del mismo documento que después tenemos que conciliar?
Ya no es necesario este método. Simplemente lo subimos a cualquiera de los sistemas de almacenamiento en internet como iCloud, DropBox, Box, GoogleDrive, SugarSync, Mega, UbuntuOne, etc… Todo esto es cloud computing.
¿Y qué decir de la aplicación estrella del año pasado? Nos estamos refiriendo a WhatsApp, que no es más que una serie de servidores replicados a través de internet, formando una malla mundial que posibilita el que nos comuniquemos de forma inmediata, fácil y económica. Simples servicios en la nube.
La tecnología e infraestructura que posibilita éstos (y otros servicios) es invisible para los usuarios. Todo lo que vemos son documentos, servicios y aplicaciones sin necesidad de preocuparnos en el modo de hacerlos accesibles. Tan sólo necesitamos una conexión a internet (“la nube”), del resto se preocupan los proveedores de dichos servicios.
Y es ahí donde realmente radica el éxito de tales servicios.
- Son multiplataforma (funcionan en PC de escritorio, dispositivos móviles de prácticamente cualquier fabricante, tablets, portátiles, etc).
- Son fácilmente accesibles a través de los grandes repositorios. ( AppStore, Google Play Store, Tienda Microsoft, Amazon, etc).
- Su instalación no implica ningún tipo de complejidad, tan sólo debemos pulsar sobre el enlace para que se descargue y autoinstale en nuestro dispositivo, poniendo al alcance de un “click” (de ratón o de nuestro dedo) todo un universo de prestaciones.
- No dependen de nuestra ubicación física (en nuestro trabajo, en casa, en lugares de ocio, etc.) para poder ser utilizados.
- Son de bajo coste e incluso gratuitos.
Como hemos visto, no debemos sentirnos intimidados por terminologías que a veces se utilizan para denominar procesos que nos son familiares e incluso utilizamos con absoluta frecuencia; pero que con nombres pretendidamente de naturaleza tecnológica, nos hacen creer que son soluciones complejas y novedosas.
De hecho el concepto que está bajo el “cloud computing”, data de los años ’50, cuando los main-frame (grandes computadoras) comenzaron a utilizarse en universidades y corporaciones. El acceso a ellos era a través de “thin-clients” (conocidos coloquialmente como terminales tontos). Al ser muy costoso el adquirir y mantener estas computadoras, se consideró primordial encontrar formas de amortizar dicho costo, de forma rápida y eficaz. Por ello, permitiendo que múltiples usuarios accedieran simultáneamente a estos recursos y compartir su gran potencia de cálculo, se eliminaban los tiempos de inactividad. En aquellos tiempos se denominaba a estos procesos “time-sharing”.
Innovación en turismo significa sumar y diferenciarse. ¿Te unes?